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martes, 24 de febrero de 2009

TIENE LA PASION FECHA DE CADUCIDAD?

Después de una larga convivencia, o incluso tras los dos o tres primeros años de relación, la vida sexual cambia ligeramente para la gran mayoría, y significativamente para algunos. Es verdad, que otros apenas notan diferencias, pero lo más frecuente es que el deseo sexual baje considerablemente para ambos, y la rutina de la cotidianeidad conduzca a una merma de la pasión, los cuerpos se habitúen y las mentes se acomoden en el sillón de la apatía sexual.

Helen Fisher una antropóloga norteamericana tras entrevistar a 800 personas que habían vivido un amor pasional constató que el 80% de ellas afirmaba haber sentido una pasión con fecha de caducidad, pues ésta desaparecía entre los 1 y 3 años. Si unimos a estos datos los de una encuesta de la Universidad de Cornell, (Nueva Cork) que señalaba cómo cinco mil personas entrevistadas de 37 culturas diferentes coincidían en que la pasión duraba entre 18 y 30 meses, empezamos a sospechar que después de ese tiempo las parejas que siguen juntas deben sustentarse en otros pilares más fuertes que dicho sentimiento tan efímeros.


Fisher completó su investigación con otro estudio realizado con la ayuda de la neuróloga de la Facultad de Medicina Albert Einstein de la University College in London, Lucy Brown, que consistió en escanear el cerebro de 34 personas mientras miraban la foto de la persona por la que sentían una atracción física. Al tiempo que la observaban se apreció en las imágenes de estos cerebros elevados niveles de dopamina o noradrenalina, o de ambos, tanto como una disminución en los niveles de serotonina.

La dopamina se encarga de las emociones, los sentimientos de placer y la motricidad. Cuando estés enamorado y sientas que se te acelera el corazón ya sabes quien es la responsable.
La noradrenalina es la encargada de generar los impulsos y la motivación.
La serotonina disminuye su presencia en momentos de enamoramiento.
Con estos resultados concluyó que lo natural es pasar del amor pasional al amor íntimo y maduro entre los dos y 4 años después de haberse unido, tiempo aproximado en el que estos neurotransmisores se mantienen en determinadas cantidades en el cerebro. Después, el amor y la confianza pueden ampliar la relación de pareja una o dos décadas más.

¿Entonces si realmente, tal y como dicen los expertos, la pasión tiene fecha de caducidad, cómo puede la pareja reciclar su vida íntima, cómo dar el gran paso hacia una convivencia más sosegada y estable?. Lo cierto es que algunas personas no pueden soportar vivir sin pasión y pasados los dos primeros años asumen, como si de una despedida anunciada se tratara, aquello de “lo nuestro se acabó”, porque entienden que una vez que eso se agota han perdido el impulso fundamental para lidiar con todos los obstáculos que el día a día conyugal les pudiera generar. Estos individuos suelen subirse regularmente a un nuevo tren cada dos o tres años con la falsa idea de que lo único que pueden hacer para ser felices es “empezar de nuevo, una y otra vez”.

En este sentido pudiera parecer que las parejas que llevan 20 o 30 años juntos y que dan muestras de casi adolescentes enamorados son cosa de magia o una especie en extinción. Sin embargo si les preguntamos el truco, no refieren ningún secreto que vaya contra la lógica para haber preservado esa llama, simplemente comentan serenos y convencidos que “no han hecho nada que no sea cuidar el amor, la pasión y la ternura año tras año, sin pretender que las cosas se mantuvieran por sí mismas”. Es decir, han sido mucho más activos a la hora de regalar detalles de amor al compañero, porque en el fondo se envejece como se ha sido y las relaciones sexuales en la madurez son un reflejo de cómo hayan sido en las etapas anteriores. Lo que no se utiliza se atrofia, lo que no se riega se seca, y lo que no se renueva pierde vigencia. Quienes se consideran más responsables para alimentar la pasión en su relación de pareja, se mantienen más años unidos que aquellos que creen que no depende tanto de ellos como de otros factores externos (la edad, las circunstancias económicas, etc.).

Nunca es tarde para reenamorarse, para redescubrir los motivos que nos hicieron fijarnos en nuestro compañer@, para volver a admirar al otro como si de la vez primera se tratara, para volver a sorprendernos gratamente con las cualidades de esa persona que nos acompaña en la cotidianeidad de nuestras vidas.
Es una cuestión de actitud. No podemos dar por sentado que la relación de pareja es una cosa finita y conclusa como una obra de arte, que una vez terminada se expone en la calle para que los transeúntes habituados a su presencia pasen delante de ella creyendo que siempre estará allí porque eses es su lugar. Más bien amar sería como una investigación permanente del otro y de uno mismo, en la que cada día hay aspectos nuevos que pueden sumarse a los anteriores para confirmar la elección. Un continuo aprendizaje de dos personas que comparten, disfrutan y sí, hacen el esfuerzo por aderezar su relación con sal y pimienta cuando hace falta, sin resignarse pasivamente a una cómoda comida caliente que termine volviéndose insípidamente cercana y conocida. Cualquier pequeño cambio, detalle de atención, expresión de afecto o juegos para despertar los sentidos y el erotismo pueden renovar el deseo y la pasión de aquellos que ya se conocen tanto (por dentro y por fuera).
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